Thriller

viernes, 23 de septiembre de 2011

Tengo sueño. Mis ojos se cierran de a poco. Y a pesar del chocolate que hace un minuto naufragaba por mi boca, siento un sabor amargo.
Mi cabeza y mis instintos están confundidos. Ya no estoy segura cuál es cuál, y por lo mismo no sé a cuál seguir. Me siento ciega, con el sentido del oído más agudo, y sin tener del todo claro de dónde proviene cada uno de esos ruidos que escucho.
¿La alerta es del corazón, del miedo, o de la realidad que se acerca? Es como si una música de thriller me viniera pisando los pies, y yo no pudiera correr lo suficientemente rápido para escapar de ella. Mis pasos se retardan, como si la película se pusiera en cámara lenta, y el color de la pantalla se torna en la gama del gris. Al final, como si de un espejismo se tratase, veo la silueta de una persona fumando un cigarrillo. Su rostro está cubierto por un sombrero, y viste un esmoquin perfecto, bajo el cual de seguro esconde su pistola.
¿Corro hacia él? Porque puede ser el héroe o el villano de la cinta. Quizás me mate o quizás mate a quien viene detrás de mí. ¿Y si corro hacia otro lado? No me arriesgo a ser aniquilada, mas tampoco sabré si podré salvarme. Ni siquiera estoy del todo segura si alguien realmente me persigue.

Quizás pondré la película en pausa unos minutos y decidiré con mi cuerpo sentado en un cómodo sillón analizando cada una de las posibilidades. Pero sé que al poner el play una vez más el personaje se moverá por inercia hacia adelante o hacia atrás, y sin importar qué haya decidido... cobrará vida propia.

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