C'm on!

domingo, 22 de mayo de 2011

Las palabras se deshacen en mis dedos. El aceite de la piel provoca que caigan en el suelo y, una vez ahí, se hagan pedazo. Las letras salpican como gotas de agua y regan las calles. Los gritos se tornan mudos, los ojos ciegos, y el llanto no es más que un gesto olvidado en una fotografía antigua. Abrir los ojos es más fácil cuando se vuela en una nube. Aunque el sol ilumina los elementos de la escena y le da cierto brillo que no es real, pero no quiero detenerme en ellos.


Respirar es más fácil, sin importar que sea a ritmo acelerado y con un constante toque mentolado en la punta. Reír es parecido a pestañear, inconsciente y necesario. Dar una vuelta, admirar los árboles, saborear la brisa y acariciar con un roce la piel tibia. Todo se vuelve real bajo la capa de luz. Su nombre sale por los rincones como un eco y se apaga olvidándose, lamentándose, uno y otro nombre, una y otra vez. El nombre trata de cobrar vida entre las esquinas, llamando la atención de quien camina a su lado. Pero yo estoy ciega a esos nombres, a ESE nombre. El sentido que lo buscaba se extinguió y se agudizó en otro, uno nuevo y diferente.


Todo parece ser más divertido.


La lluvia de la nube en la que vuelo moja la acera y limpia el smog Santiaguino. Yo no me mojo, al fin y al cabo estoy sobre la nube. No necesito acicalar mi cuerpo con la lluvia porque ello ya se olvidó. Desmemorizar es un trabajo eficiente: recuerdas "ello" y no "eso". Eso me hace reír con fuerza, tanta fuerza que mis manos sujetan mi vientre. Lágrimas salen de mis ojos y las carcajadas se funden con el ulular del viento.


A lo lejos - a kilómetros y kilómetros de distancia- alguien escucha esa risa y conoce la verdad. Sus ojos se elevan al cielo y se imagina a una mujer riéndose sobre una pequeña nube rebelde. Algo en su corazón truena, como un malestar insignificante, y se detiene pensativo.


¿Quiere volar hacia la nube y acompañarla?. Por suerte no puede volar.


Mis ojos detienen las lágrimas y mi garganta se siente reseca por tanta risa. Con picardía cuelo una mano entre la nube y tomo un poco de lluvia para beber el agua y calmar mi sed. Ello tiene efecto inmediato, y con el bienestar las palabras se vuelven a acomodar. Las letras se ordenan en una palabra, y ellas se elevan desde el pecho hacia la lengua:




- ¡Volar!

Sí, volemos (no seas extraña, nube, y sigue volando hasta que el viento así lo ordene).




L.E

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