Josué 1:9

jueves, 29 de marzo de 2012

"Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré donde quiera que vayas"






He leído muchas frases en mi vida. Tantas frases que no soy capaz de recordar ni un cuarto de ellas, aún cuando hubiesen llamado mi atención. No sé porqué, pero siempre las palabras han tenido un efecto muy poderoso en mí. Es como si cada sílaba, cada letra, implicara mucho más que su unión para crear algo que llega al fondo absoluto de mi alma. Admiro el lenguaje, pero recelo de la capacidad que una simple conjunción de letras tiene para provocar amor u odio, como si las palabras fueran cuchillos o flechas de amor. Sin embargo hay frases que no puedo sacar de mi pecho, no por su crudeza, sino por lo llena que me hacen sentir. La frase escrita más arriba es el mejor ejemplo. De todas las frases oídas, de todos los poemas leídos, de todas las conversaciones tenidas, debe ser esta la primera frase que guardo como un un bien preciado y la mantengo en mi billetera para releerla cada vez que desespero. Esta frase está tatuada en mi ser recordándome cada día que no estoy sola. Sus palabras me dan calma, porque me hace saber que debo ser valiente para que la esperanza que brilla en mi interior no desaparezca. Porque hay alguien- ÉL- que está a toda hora y en todas partes amándome y velando por mí.

Y yo seré valiente y no desanimaré. No lo haré... gracias por ayudarme.

L.E

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