Ira

lunes, 21 de noviembre de 2011

Como una psicópata lanzó el plato hacia la pared. El ruido de la porcelana haciéndose añicos la reconfortó, pues no había mejor remedio para el desanimo que destruir cosas. Su madre le contó que una vez vio, en un famoso Restaurant Brasilero, que cuando el ambiente del local parecía decaído el personal estrellaba platos en el suelo para animar la conversación. La técnica, poco convencional por calificarla de algún modo, daba resultado, y de un momento a otro la conversación volvía a ser parte de las risas y los gritos agradables de los comensales.

Observó la loza en el suelo y sonrió. De un instante a otro se sentía más aliviada, como si la ira hubiese desaflojado el nudo que le apretaba la garganta. Se quedó de pie observando su propia sombra reflejada en la blanca pared. El atardecer llevaría pronto a la penumbra, y con ello- luego de la noche- vendría, como siempre, un nuevo amanecer.


Su respiración se calmó mientras el sol se iba apagando de a poco. Los tonos rosáceos del cielo daban a imaginar un firmamento donde las nubes se estuvieran quemando. Llamas furiosas, tan furiosas como se había sentido su alma hace algunos instantes se desdibujaban en aquella tarde.


Suspiró levemente y fue por una escoba. Ahora era momento de limpiar ese desastre.


L.E

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