Realidad

domingo, 13 de junio de 2010

Cuando abrió los ojos se dio cuenta que estaba sumamente oscuro. El sol no tenía ni la menor intención de salir aún.

Sólo porque escuchó un murmullo de voces se puso de pie y caminó en puntillas hacia la sala.

La puerta entreabierta dejaba escuchar el crepitar de la chimenea, el cual era acallado por los pasos que se dirigían de un lado hacia otro, nerviosos, ansiosos, e incluso algo apresurados.

Se preguntaba por qué estaba así, qué hacía que una persona necesitara ese tipo de charlas a aquellas horas de la madrugada.

Y es que el miedo podía provocar muchas cosas, todavía más aquel terrible temor de descubrir algo que se tenía escondido.

¿Para qué se había despertado si no quería saber aquello?.

Posó sus manos en la pared y acercó su oreja a la puerta.

Pero no pudo sellar su corazón a aquella frase que traspasó las murallas, arrastró el polvo de la alfombra, y bailó como una tormenta hacia sus oídos.

Debía haber cerrados los ojos y volver a dormir.

Sí, los sueños son lo único que vale la pena.

Por lástima ni el sueño más pequeño se hace realidad…

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