Mise en scène

miércoles, 16 de junio de 2010

Tras el maquillaje, las pestañas falsas, el gran vestido con enagua incluída y las luces celestes que bañaban el escenario no se sabía qué cosa podía ser verdad o no.

La actriz principal estaba de rodillas sobre el suelo. Por su mejilla bajaba una lágrima cristalina, y sus manos sujetaban su cuerpo humillado que no se atrevía a ponerse de pie.

Una vez más su corazón roto deambulaba tras las cortinas, en las escaleras, sobre los tramoyas y bajo los latidos de ese otro corazón, aquel que había amado y que nunca la había hecho feliz.

El temor más terrible se reflejaba en sus ojos. La agónica realidad de un te amo que se volvió un repentino adiós llegaba a sus oídos aún antes que se atreviera a pronunciar esas palabras.

¿Por qué no existían los finales felices?. Al fin y al cabo el dicho no era verdad. El amor atrae el amor no era más que una falsedad puesta en escena. ¿Y para qué actuaba entonces si nunca podría interpretar a un personaje feliz?. Quizás le gustaba ser masoquista con su destino, castigarse una y otra vez por los sufrimientos propios y ajenos, los que ella había provocado y los que estaría por provocar. Le gustaba llorar bajo la luz celeste y frente a un público comprensivo. Representarse a ella misma una y otra vez, con o sin maquillaje, limpia o sucia de polvo, triste, melancólica o sólo resignada a un mundo que daba vueltas en un mismo punto como un eterno espiral. Y tenía que aceptar que jamás la vida sería lo suficientemente buena para devolverle una verdadera sonrisa en su camino.


El Karma había hecho su presencia.


Se puso de pie con esfuerzo y la cola del vestido se arrastró por la madera sucia. Sus labios teñidos de rojo sonrieron a ese público desconocido que esa noche se tomaba del hilo de la trama. Sus dedos rozaron el pecho de su coestrella como un rasguño sin mayor fuerza, y mirándolo a los ojos se lo dijo.

El adiós cortó el silencio y derramó la sangre amada sobre la cortina que en aquel punto anunciaba el final.

Después de eso vinieron los aplausos.
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L.E

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