Soñé que estabas muerto

miércoles, 27 de enero de 2010

Soñé que estabas muerto. Que una corona de flores adornaba tu tumba y que en la Iglesia los llantos evocaban tu nombre.
Que en el funeral tomaba asiento atrás, en los bancos donde se apiña la gente lejana. Y mis lágrimas silenciosas eran calladas por mis voces, aquellas voces que todo lo dicen, que todo lo piensan.
No me gusta soñar con la muerte, aún menos con la tuya. Le temo a mi muerte, a la de otros, y aún más a la de aquellos de los cuales me falta tanto por conocer. Es como si esa muerte prematura anunciara fines, pero no sólo de vidas que se quedan suspendidas en el cauce del tiempo, sino de experiencias que afectan de una u otra forma todo el cosmo de la persona y de aquellos que lo rodean.
Tu muerte me afecta. Tu mirada vidriosa y tu cuerpo frío me produce convulsiones. Tus ropajes rígidos en tu cuerpo tieso, como yeso, como mármol no tan liso ni tan blanco, me hacen pensar en santos de iglesias atrapados en cuerpos de estatua.
No quiero verte morir. No ahora. No alguna vez, siquiera.
Olvida las lágrimas. Enfrenta los llantos. Supera todo lo que alguna vez te hizo caer.
Pero no mueras conmigo.
L.E

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