Make Love....

jueves, 14 de mayo de 2009


Después de hacer el amor…

…hasta el tocador y sin voltear (8)


Me encantaba sentir la sábana deslizarse por mi cuerpo, lenta, muy lentamente. Mis pequeños pies tocando el frío suelo, y mis manos intentando cubrir mi desnudez. Avanzaba como sonámbula en búsqueda de mis cosas. Mi sostén que había caido junto a una silla, y mi pañuelo que adornaba como un listón el teclado del computador.

La luz de la luna iluminaba los dos vasos de vodka que habíamos tomado. En uno estaban marcados mis labios, en el otro sus labios marcados por los mios. Sonreí.

Él no bebía. Agua, sólo agua. Y yo lo obligaba a beber para hacer de todo una función. Porque sólo bebiendo, hundiéndome en las sensaciones del alcohol, podía evitar que el fantasma de mi conciencia siguiera gritando en mi cabeza.

Palabras agónicas, contra el cuerpo, el alma, el desamor...

Cuando sus manos me tocaban, mi espíritu lloraba por sentirse profanado. Cuando sus labios se hundían en mi cuello, buscando la forma de hacerme caer... yo prefería olvidarme del todo y dejarlo llevar la situación hasta donde él quisiese.

Las copas con hielo hacían eco en las paredes blancas. Tan blancas que parecías reirse de mi oscuridad. Sus palabras suaves en mi oido, que intentaban dibujar paraisos donde yo sólo veía un profundo mar... que me ahogaba con cada nueva ola.

Y mis uñas enterradas en el colchón, simulando un placer que no sentía... para no fallar, para no ser abandonada, para seguir jugando un papel que cada vez me era más difícil de soportar.

Porque podía sentir sus besos en mi boca y sentirme feliz entre sus brazos. Pero cuando sus manos curiosas comenzaban a tocar... mi corazón se apretaba en mi pecho, encogido como una piedra dura, fría, que no deseaba latir.

Me vestía apresurada, cubriendo todo lo que quedaba a la vista. Él me miraba, aún extasiado sobre la cama, aprovechando cada segundo de mi cuerpo frente a él. Podía imaginar qué se dibuja en su mente... podía presentir que yo no quería ser parte de lo que él veía en ella.

Porque lo amaba, pero no lo deseaba. Porque no supo hacer las cosas bien. Porque era inmadura, adolescente...

Pero, sobre todas esas cosas, temía perderlo. Temía dejar ir al único hombre que me había amado lo suficiente para hacerme el amor...

2 comentarios:

El Pantano de Fiona dijo...

esta muy buena la historia ember,delicada y deliciosa......
besos
fiona

C. dijo...

Uf! No comments
...
Qué ruda amiga!