La Historia detrás de un Sobrenombre...

martes, 14 de abril de 2009

Detrás de un nick siempre hay un porqué... e incluso tras algunos hay extrañas historias.

Soy rolera. Hace siete años que juego rol e interpretar personajes está en mi naturaleza. Muchas veces me he preguntado porqué no desarrollé más mi faceta de actriz, pero me he respondido con la creencia de que me bastaba jugar rol para dejar saciada mi inabarcable imaginación.

Jugando rol fue que conocí a Ember.

En un día de otoño, uno de aquellos días de Abril en Temuco donde el viento frío ya corre y las nubes oscuras albergan una lluvia que aún no ha decidido descender, decidí ir a la casa de mi mejor amiga.
No era extraño que yo me dejara caer por allá. Por lo general tocaba el timbre y me quedaba conversando con quien estuviera si es que mi amiga no se hallaba. Años de amistad me permitían encerrarme en su pieza y leer un libro mientras la esperaba, pues en aquellos años no había muchas más cosas que tuviera que hacer.
Y fue así como ese día caminé hasta su hogar, encontrándome con una escena bastante extraña.
Mi amiga (Joyce), su hermano (Felipe) y un amigo de su hermano (Pablo)- quien posteriormente sería muy amigo mío y el mejor amigo de mi ex- estaban sentados alrededor de la mesa del comedor. Pablo hablaba de algo inexplicable para mí, y mi amiga lo escuchaba con atención, como un niño oyendo un cuento.
- ¿Qué hacen?- le pregunté sentándome junto a ella.
- Escucha y lee esto- me respondió, entregándome una hoja: mi primera hoja de rol.
A primera vista era una hoja fotocopiada. En la esquina superior izquierda tenía el símbolo de Dungeons & Dragons, y en los espacios inferiores resaltaba una letra cursiva que me era conocida- de mi amiga Pancha-, que había rellenado en el espacio que decía nombre aquel sustantivo que reflejaría parte de mi vida por siempre:

“Ember de Tusmit”

Una humana de 17 años. Alta, de un metro 73. De cabello pelirrojo y ojos verde pardos. Varios números mostraban sus habilidades necesarias para su clase picaresca, y aparte de sus características objetivas no había nada más que determinara sus pensamientos, ni sentimientos, ni su historia…

… ahí entra mi intervención.

A medida que fui comprendiendo el juego, Ember fue adquiriendo personalidad propia: Una niña- mujer independiente, de carácter fuerte, pero inmadurez latente. Valiente y enamoradiza – aunque finalmente terminaría amando al hombre menos de ideal de todos, un bardo llamado Singol, astuto y precavido, soltero empedernido, ocultador de secretos e interpretador de flauta. Siempre me imaginé a Singol vestido con el traje de Peter Pan… desde entonces ya venía con el complejo de encontrar sexys a los hombres diestros-.

Ember significa llama de fuego en inglés, cosa que combinaba con su cabello rojo; y si hay algo que ambas tenemos en común es el fuego que corre por nuestras venas, determinando esa luz interior que nos impulsa, de una forma u otra, a seguir nuestros sueños.

Ember refleja entonces mi niña interior. La coquetería que no tengo y que me gustaría tener. El amor que deseo sentir- uno jugado, doloroso, pero asombroso. Repleto de riesgos-. La valentía que me permite enfrentar los problemas más graves y sólo pasar sobre los problemillas.

Ember es mi libertad, mi pasión, la persecución de todo aquello que deseo. Es mi ingenuidad de espíritu y mi atrevimiento al actuar. Mi lucha, mis llantos, mi mundo interno en el cual me pierdo cuando toco la puerta a Nunca Jamás.

Ember es la nostalgia de lo que fue y a lo que deseo llegar.

Por eso nunca dejaré de ser Ember mientras tenga sueños de un futuro posible, porque son los sueños los que mantienen viva la llama de Ember en mi interior.

Sin final determinado- Ember jamás tuvo su final- me despido.

Un beso con sabor a sal
(mar, olas, indomable).

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