Desafío logrado (y con atraso u.u)

jueves, 19 de marzo de 2009


Por más que intentara seducirlo no había cosa que ella pudiera hacer para llamar su atención. Se ponía faldas cortas, se pintaba los labios de un rojo carmesí, movía las caderas intentando atraer su mirada; pero él nunca parecía percatarse de su existencia, como si no respiraran el aire de la misma habitación. Daba lo mismo si el día estaba despejado o si hacía frío. Si había mucha gente a su alrededor o sólo un par de personas bebiendo café. No importaba siquiera si alguien la llamaba en voz alta para que la escuchara, o si se tropezaba con torpeza a sólo unos pasos de él. Miguel no la miraba siquiera, como si fuera el ser más insignificante que pisara el planeta. Que fastidio.

Después de esos fallidos intentos porque su profunda mirada aguamarina se posara en ella, Angélica volvía hacia aquel que era su consejero en lo que a hombres se refería. Amigo de la infancia y antiguo compañero de universidad, Carlos siempre tenía alguna nueva estrategia que darle para que Miguel quedara anonadado con su persona. Lástima que sus consejos todavía no dieran resultado.

- Hasta me vestí de rojo, y no me miró siquiera, ni de reojo- se lamentó Angélica, tomando una taza de su café con sus delicadas manos-. ¿Qué más puedo hacer?-.

Carlos se limitó a mantener su mirada firme sobre el rostro de su amiga, reconociendo el fracaso pintado en sus ojos.

- ¿Intentaste hablarle directamente?-.

Las mejillas de Angélica se sonrojaron y batió las pestañas como si dicho gesto pudiera lograr que su oído mejorara.

- Claro que no… no podría- murmuró con la voz temblorosa-. No podría acercarme…-.

Una vaga sonrisa se dibujó en los labios de Carlos. Su amiga se ponía nerviosa de sólo pensar en hablarle a ese hombre que ocupaba su corazón hace unos años ya. Ni sabía cómo podía estar tan vuelta loca por él cuando sólo habían intercambiado un par de palabras en tres años. Quizás esas fueron las palabras justas.

- Sí puedes, Angi. Tú puedes hacer lo que te propongas-.

La mano de Carlos sujetó la mano de Angélica sobre la mesa.

- Eres una mujer atractiva, divertida e independiente. Puedes ser frágil, pero a la vez eres muy fuerte. En la universidad tenías una siga de admiradores que te invitaban a salir… tienes todo en ti para que cualquier hombre se enamore de ti, el único problema es que tú no te has dado cuenta de ello-.

Las palabras de Carlos estaban impregnadas por una pasión propia de discursos. Sus ojos oscuros brillaban bajo la luz artificial del local y estaban enfocados en las mejillas sonrosadas de Angélica, que parecía dudar de lo dicho por su amigo. No sabía porqué para ella era tan imposible pensar que realmente era una mujer encantadora, con muchas virtudes que cualquiera se quisiera en su pareja. Tal vez no era la mujer más linda que había visto, pero de seguro era la más considerada, perseverante y paciente mujer con la que se había cruzado en su vida. ¿Cuándo ella se daría cuenta de ello?.

- Tengo que irme- dijo, sacando un billete de su cartera y poniéndolo sobre la mesa-. Debo llegar a una reunión-.

Carlos se limitó a sonreírle y a recibir sin reacción alguna el beso de despedida en su mejilla.

Pero cuando Angélica cruzó el portal de la puerta y su figura se perdía entre la multitud de los citadinos congregados a esa hora de la mañana, la mano de Carlos fue a parar donde una tenue marca de un color rojo sobresalía de su rostro pálido.

Porque a veces no es necesario ser ciego para no ver, tal como dice el principito, las cosas esenciales- como el verdadero amor- son invisibles a nuestros ojos.
OoOoO
Me demoré. No me gusta como quedó, pero estoy tan seca que fue lo único que pude escribir.
Desde hoy intentaré abrir mis ojos.
L.D

2 comentarios:

Startless dijo...

A mí8 sí me gusto. Es bonito y simple y creo que cumple m´s que bien con la consigna que propusieron.

La próxima yo también me prendo! ^^

Un beso *-*

TILDITA dijo...

Buenísimo!
A mi todavia no me salió nada...pero algún día lo escribiré!