Cuando imaginaste ...

sábado, 11 de mayo de 2013


Hubo un momento, lejano quizás, donde te imaginaste todo tipo de cosas que nunca iban a pasar. Te imaginaste tu vida como una de esas historias de películas donde los finales felices parecen llamar desde cada esquina. Que a cierta edad, una inalcanzable que no demoraste en alcanzar, todos tus sueños se iban a hacer realidad, o al menos ibas a estar encaminado a ello. Imaginaste, porque imaginar es la mejor de todas las habilidades. La única que todos poseen, aunque la nieguen. Y así como imaginaste todo eso pudiste ver sin necesidad de imaginar cómo cada uno de esos momentos se destruían. Los años pasaban y alcanzaste las edades en las que tus sueños se volvían polvo de estrella muerta. Los pisaste y caminaste por ellos rogando que la estrella volviera a brillar en el firmamento. Pero la estrella no brilló. Su luz se había ido para siempre.

Levantar la vista y ver- ¡realmente ver!- dónde estás parado debe ser la peor sensación del mundo. Quitarte las gafas de sol que ponen todo de un tono sepia y enfrentar la realidad con sus verdaderos colores y el sol brillante iluminando todos sus defectos es agonizante. No quieres mirar y entrecierras un poco los ojos, pero no puedes evitarlo: ese eres tú, el ser que tiene frente a sí la destrucción de su imaginación. Y hoy, sabiendo que ninguno de tus sueños se hicieron realidad puedes llegar a la conclusión más dolorosa de todas: soñar es la peor de las mierdas.

L.E

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