THE CUP

domingo, 28 de octubre de 2012

Él.

Sí, él.

Es extraño extrañarlo, pero a veces sucede. Será que estoy sensible.

Él. Tóxico. Maldito. Desequilibrado.

Pero era él.

A veces me gustaría cerrar los ojos y echar a volar el tiempo. Recordar qué fue lo que estuvo mal. Saber cuándo cambió todo y hubo un quiebre absoluto, uno que me sorprendió un poco. Aunque siempre estuvimos un tanto rotos.

Es difícil unir algo que se parte en dos. Las astillas de lo que fue (aquella taza que resonó contra el piso al quebrarse - y una taza porque su forma, su concavidad, me recuerda a un corazón-) saltan en todas direcciones y no es posible unirlas. Algunas se esconden en la alfombra, otras bajo los muebles, y no faltan aquellas que se entierran en la punta de los dedos al desear tomarlas... dañándonos. 

Creo que esa astilla que se perdió en mi piel se quedó ahí, aún ahora. Su dolor me hace recordarlo, y con el recuerdo vienen todos esos momentos: las risas, los cantos, y las palabras (pocas palabras) que pudieron significar tanto.

Ahora, dejando que las pestañas ensombrezcan un poco la visión, me pregunto si habrá significado un poco más de lo que me gusta reconocer. Espero que no. Aunque  considero mi sombría forma de ver las cosas....

... y entonces lo acepto.

Te quise más de lo que se debería querer a una taza rota .

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