KABUM!

Explotar como una estrella

KABUM!

Abrí los ojos y noté como una ceniza grisácea cubría el cielo, el aire estaba polvoriento y las partículas se introducían en mi nariz provocándome estornudos.
Entorné mi mirada hacia el sol y noté como la esfera anaranjada parecía un espejismo entre las nubes. Sonreí sin sentir la mayor alegría, y busqué dentro de mí misma esa llama que en algún momento se apagó.

Mis manos se cubrieron de plumas. La piel me ardía y mis dedos se tornaron flexibles, como plastilina. Algo en mí me llamaba a buscar esa libertad perdida hace décadas. Ese llamado de sirena que tronaba en las paredes de mi cuerpo y se esparcía por mis venas.

Entonces vi sangre.

Gotas rojas teñían las plumas blancas que cubrían mis manos. Mis ojos también lloraban sangre, y todo el paisaje se volvió oscuro, como una noche sin lunas ni estrellas.

Los tambores me invocaban desde lejos y yo no podía parar de llorar, angustiada y sola en medio de un páramo desierto. Me acurruqué en el suelo y apreté mis rodillas contra mi pecho. El suelo estaba helado, cubierto por una capa de agua congelada. Pero no me importaba sentir mis labios resecos y un espasmo tembloroso en mi espalda; no me veía afectada de saber que me rendía al abismo oscuro de mi alma sino me ponía de pie

Llorar, sentir la sangre, buscar el corazón encerrado en su cárcel de hielo.

Llorar y no compartir con nadie aquello. Los miedos, las inseguridades, el terror a fallar.

Llorar y olvidarme, de esto, de aquello, de mí y de lo que no soy.

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Por suerte nunca lloro.

(O al menos no cuando tú puedas verme)

L.E