Blanca: Introducción

sábado, 4 de julio de 2009


Tengo un problema serio: me gusta escribir en papel. Y no es que no tenga más recursos, es sólo que ese romanticismo y magnetismo que me atrae hace el papel hace que deje totalmente olvidada la computadora que está a solo unos pasos.

Desde mi cama, con el cuaderno sobre una rodilla y mi cuello inclinado para escribir mejor, te dedico estas líneas que serán la trastornada descripción de un hermoso y triste recuerdo.
Sí, con este lápiz azul, en este cuaderno viejo, reflejo tus ojos oscuros y tu sonrisa pequeña. No puedo olvidar tu letra redonda, grande y ordenada, la misma letra con la que me dijiste te amo por primera vez y, también, aquella letra que borrada en lágrimas tatuaría un adiós para siempre.

Se me es imposible olvidar tu risa cuando un rayo de sol me despierta, como si en algún rincón de su luz tu espíritu alegre siguiera danzando de forma despreocupada. Pareciera ser que cada cosa que hago o digo siempre termina llevándome a ti, a tu rostro, a tus besos, a tu nombre que invoca todo lo puro, lo bello, lo bueno y lo verdadero. Blanca, tú eres la luz diurna que alimenta mis ganas de volver a vivir. Aunque no estés, a pesar de que hayas desaparecido para siempre- olvidando ese gorro que usabas los días de frío aterrador-, sólo el saber que tu espíritu invocado me cuida aún cuando no lo desee es lo que me da fuerza para apagar el despertador y darle la bienvenida al nuevo día de mierda que repunta tras las montañas.

Blanca es lo primero que pienso cuando abro los ojos y me veo ahí, de cincuenta años sobre un colchón casi igual de viejo. Con un amargo sabor matutino a causa de los múltiples remedios que la presión alta, los vicios y la edad me han obligado a tomar. Una edad que pensé vivirla contigo.
Yo sólo llevaba tres meses trabajando en la bohemia librería del barrio Lastarrias cuando tú hiciste aparición. La campanilla de la puerta anunció tu llegada y las gotas de lluvia barrieron el polvo de la entrada.

En ese momento mis ojos se alzaban de los sucesos que trastornaban el cerebro de Humbert. Su Lolita había tomado asiento sobre sus piernas; tú caminabas hacia mí con una pregunta.


(...)




Continuará...


1 comentarios:

M. dijo...

wow wow wow :O
escribes woooooooooooooooooow
Blanca :O es genial D:
esperare ansiosa la continuacion
^-^

~ M.B. Black