Alas.

viernes, 13 de agosto de 2010


Abrí los ojos y toda la ciudad estaba destruida. Los peñascos de cemento se acumulaban sobre lo que alguna vez fue una gran avenida, y los pilares de los edificios se mantenían como sombras sobre la destrucción que a esa hora iluminaba la luz del sol.

Me sentí perdida.

Era difícil ver bien con el polvo que se posaba en mi nariz y me hacía estornudar como una alergia crónica. Mis ojos se llenaron de lágrimas de molestia y restregué mis manos sobre ellos, dejando mi cara con marcas de tierra.

- ¿Hay alguien por aquí?- grité esperando que no sólo el eco fuera mi respuesta.

- ¿Aló, me escuchan?- le pregunté a ese viento silbante que traía restos de ceniza de quién sabe dónde y por qué.

Pero nadie respondió a mis preguntas.

Caminé con mi rodilla sangrante intentando eludir los restos de viviendas que parecían grandes rocas. Me dolía cada paso como si caminara sobre fuego, esforzándome en no caer, alimentándome sólo del deseo de sobrevivir para soportar aquella carga que significaba una extremidad destrozada.

Quería vivir, lo deseaba con toda mi alma, pero ese dolor podría acabar con todos los deseos, incluso con aquellos deseos que se aman y que se guardan en lo más profundo del rojo corazón.

¿Cómo iba a morir sin cumplir mis sueños?. Aunque aquella destrucción no me aseguraba que mis sueños se podrían cumplir ahora. Pero de todas formas el deseo de cumplir esos sueños era lo único que me impulsaba a seguir, a moverme, a caminar, a volar como nunca antes lo había hecho porque siempre se me fue vetado.

Cerré los ojos y levanté las manos para sentir ese viento sucio y frío. Los restos de fuego que lo habían calentado habían desaparecido, y ahora sólo era una brisa tóxica que marcaba mi piel con puntos negros. Batí mis brazos como más de alguna vez lo había visto en las nubes, donde había sido rechazada por los guardianes mayores. Y sin más las alas que tanto había anhelado se desplegaron como dos hojas de algodón tras de mí.

El primer sueño se había cumplido. Ahora quedaba el salto y el despegue.

Sufrir me llevaría sobre la cima.


L.E

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